Mi primer contacto con la cocina data de hace casi 20 años, cuando, espontáneamente un día decidí que iba a esperar a mamá con un delicioso "soufflé de queso"... Con todo el coraje que mis escasos 8 años me permitían, trepé por la bibloteca hasta alcanzar el tomo gordo de "Doña Petrona"...
Con la compresión de texto propia de la edad, junté los ingredientes, los coloqué sobre la mesada y puse manos a la obra!
Derretí la manteca, agregué el resto de los ingredientes siguiendo meticulosamente cada uno de los pasos especificados en el libro. A mi favor puedo decir que logré una mezcla uniforme y libre de grumos, pero el resultado final no fue tan feliz... Cuando llegó mamá entró corriendo a la cocina asustada por el humo, pensó que la casa se prendía fuego (triste, pero verídico...) Yo me había distraído jugando al "family game" y me había olvidado por completo del soufflé que ardía (literalmente) en el horno...
19 años mas tarde, y después de haber pasado todo este tiempo sin volver a acercarme a una cocina, mas que para meter la cuchara en alguna preparación ajena, decidí que era un buen momento de volver a poner las manos "en la masa" y me alisté en el "ejército de los aprendices de cocineros"!
La primera clase, vimos diferentes tipos de arroz y aprendimos a hacer risotto! Me enteré, entre otras cosas, que uno de los secretos es nacrar bien el arroz (reahogarlo en manteca y una pizquita de aceite hasta que los granos se ponen medio transparentes) y no sobrehidratarlo, sino ir tapando los granos poco a poco con el vino y el caldo, sin que queden "flotando" en el líquido!
Aprendí a hacer un corte "brunois" (que es un corte muy preciso y chiquititito de la cebolla) y luego a "hermosearla" para disimular mi mala técnica! :)
También aprendí a hacer un caldo de verdad y que a las verduras debemos "sellarlas" como a la carne, para que no pierdan su color, sabor y propiedades antes de hervirlas!
Todavía no me animo a lanzarme sola nuevamente a la aventura de improvisar una receta medianamente compleja, pero confío que pronto podré deleitar a mis allegados con alguna preparación especial... Total, si esta vez me entretengo con algo, tengo un montón de teléfonos de delivery en la puerta de la heladera!
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